Bienvenid@ a La Tarabilla

La casa rural la Tarabilla, es un estupendo alojamiento rural pensado y equipado para dos personas. Dotado de una alta calidad, cuidando siempre el detalle es perfecto para disfrutar de una escapada en pareja. La casa cuenta con un bonito patio (con mobiliario y barbacoa). Se admiten animales.

La casa

La Tarabilla se encuentra en el pequeño añejo de Casas del Abad, preteneciente al municipio de Umbrías, a unos 1.100 mt. de altitud, en la Comarca del Aravalle, uno de los parajes con más encanto natural de la Sierra de Gredos.

La casa es de alquiler completo y está especialmente equipada para dos personas:

Se distribuye en dos plantas, dispone de patio privado con mobiliario y barbacoa, dos bicicletas, cocina completamente equipada: horno, vitrocerámica, campana extractora, lavadora, lavaplatos, frigorifico, microondas, cafetera, tostador, exprimidor, batidora, menaje completo, ropa de mesa, paños de cocina, productos y utensilios de limpieza.

Calefacción, estufa de leña, TV, DVD, conexión a internet (Wifi) equipo de música, mini-bar, cama de 1,50, bañera de hidromsaje, ropa de cama, baño, secador de pelo y cuarto de baño.

La casa cuenta con una cuidada decoración rústica, y se han empleado para su rehabilitación los usos arquitectonicos típicos de la comarca: piedra, cargaderos de madrea en la puerta, ventanas, teja árabe... integrandose con armonía en este pequeño pueblecito en el que podréis encontrar la tranquilidad y el contacto con la Naturaleza que tanto necesitamos todos en estos tiempos que corren.

Citas

Hermann Hesse
1877-1962. Escritor suizo, de origen alemán. Extracto del libro El caminante

“Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida. Un árbol dice: en mi se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre eterna, única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corteza. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares. Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo, hasta el fin , el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi tarea es sagrada. Y vivo en esa confianza.
Cuando estamos tristes y apenas podemos soportar la vida, un árbol puede hablarnos así: ¡Estate quieto! ¡Estate quieto! ¡Contémplame! La vida no es fácil, la vida no es difícil. Estos son pensamientos infantiles. Deja que Dios hable dentro de ti y enseguida enmudecerán. Estás triste porque tu camino te aparta de la madre y de la patria. Pero cada paso y casa día te acerca más a la madre. La patria no está aquí ni allí. La patria está en tu interior, o en ninguna parte.
… Esto susurra el árbol al atardecer, cuando tenemos miedo de nuestros propios pensamientos infantiles. Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien a aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es. Esto es la patria. Esto es la felicidad”.